TCA y Adolescencia
TCA y Adolescencia https://tca.centroaconcagua.com/wp-content/uploads/2025/11/17.png 1024 677 TCA Centro Aconcagua TCA Centro Aconcagua https://tca.centroaconcagua.com/wp-content/uploads/2025/11/17.pngLa adolescencia no es solo una etapa de cambios visibles. Es un momento en que todo se mueve: el cuerpo, las emociones, los vínculos. Muchas veces, ese movimiento se vive como un desborde. Aparece el miedo a crecer, a perder el cuerpo conocido, a separarse, a cambiar. Frente a eso, el síntoma alimentario puede ofrecer una respuesta no solo para controlar el cuerpo, sino para intentar frenar el paso del tiempo.
En este momento de la vida, la pregunta “¿quién soy?” se vuelve inevitable. Y muchas veces, la respuesta se busca en el cuerpo: en su forma, su tamaño, su disciplina. El síntoma aparece como una manera de afirmarse, de controlar algo cuando todo alrededor parece incierto. Pero también como una forma de evitar lo que duele: pertenecer, exponerse, asumir deseos, separarse de las figuras parentales.
Toda adolescencia implica duelos: el duelo por el cuerpo infantil, el duelo por los padres de la infancia —que a los ojos de sus hijos, todo lo pueden—, el de la seguridad de la dependencia. Cuando esos duelos no pueden ser tramitados con palabras, se actúan en el cuerpo. Por eso, el trabajo terapéutico con adolescentes no es solo modificar una conducta alimentaria perjudicial, sino acompañar el pasaje de una etapa a otra, ayudar a nombrar lo que cambia y sostener lo que duele. Porque el cuerpo no debería ser un campo de batalla, sino la celebración de la vida y, en el adolescente, es también escenario de la conquista de nuevos horizontes, la propia voz y autonomía.
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