TCA en la adultez

Los TCA también afectan a personas adultas. En algunos casos, son síntomas que se arrastran desde etapas más tempranas, a veces silenciados, negados o nunca tratados. En otros, aparecen por primera vez en contextos de alta exigencia, crisis vitales o momentos de cambio profundo: maternidades, separaciones, duelos, enfermedades, transiciones laborales o envejecimiento. El cuerpo vuelve a ser campo de batalla, síntoma de lo que cuesta nombrar.

En la adultez, los TCA suelen estar más naturalizados. Se esconden detrás de discursos de salud, rendimiento o autocuidado mal entendido. La restricción se presenta como disciplina, el control como virtud, el ejercicio compulsivo como constancia. A menudo hay más vergüenza, más resistencia a pedir ayuda, más miedo a “estar fallando” cuando se espera que una persona adulta tenga todo bajo control. Pero el malestar persiste. A veces silencioso, a veces intermitente, muchas veces normalizado.

El abordaje terapéutico en la adultez necesita ser respetuoso y profundo. Trabajar sobre años de exigencia, autocastigo o desconexión no es inmediato. Es necesario revisar narrativas instaladas, cuestionar ideales rígidos, recuperar el vínculo con las propias necesidades. El tratamiento implica habilitar el deseo, fortalecer recursos y construir nuevas formas de habitar el cuerpo y la vida. Nunca es tarde para pedir ayuda y nunca es tarde para cambiar la forma en que nos tratamos.